Este verano, más de 130 jóvenes, entre 6 y 12 años, han disfrutado este verano del Campus medioambiental de La Alfranca.
Diferentes caras, diferentes edades e historias pero una sensación común: la de haber vivido una experiencia inolvidable en torno a la naturaleza. Tras trece años, La Alfranca se despide un verano más de su Campus Medioambiental de Verano. Cuatro semanas de juegos, encuentros y aprendizajes, en las que más de 130 jóvenes de entre 6 y 12 años, han podido disfrutar experimentando y aprendiendo en un entorno natural.
Al frente de esta propuesta lúdico-educativa, Sole, Alberto, Dani y Virginia. Son los educadores ambientales de La Alfranca, y los autores del programa, la metodología y las actividades de este campus de verano, uno de los primeros en toda la provincia de Zaragoza dirigido a acercar la educación ambiental a los jóvenes aragoneses.
Aquí, las semanas están divididas por temáticas. La primera, dedicada al paisaje, condujo a los jóvenes por los diferentes ecosistemas de todo Aragón. Un bosque de ribera, un parque urbano o incluso un espacio natural protegido pueden servirnos para descubrir qué tipo de fenómenos se producen en ese lugar, cómo se desarrolla la vida en él o cómo ha influido la mano del hombre, tan solo mirando atentamente su paisaje. En esta semana, pudieron conocer en profundidad lugares tan valiosos como los sotos y galachos del Ebro, especies como el quebrantahuesos y recorrer espacios naturales protegidos como el Parque Natural del Moncayo.
La biodiversidad es la pieza central de todas las actividades de la segunda semana del campus. Estos días, los pequeños se convirtieron en auténticos naturalistas con actividades como un estudio sobre egagrópilas, un taller sobre microinvertebrados en ecosistemas acuáticos, una visita al centro de Unidad de Salud de los Bosques o una jornada de sensibilización y cuidado de la Reserva Natural Dirigida de los Sotos y Galachos del Ebro. Todo ello de una manera lúdica y divertida, potenciando el juego en equipo y el compañerismo.
En estos días, los participantes no solo tuvieron la posibilidad de realizar un anillamiento científico de aves de la mano de profesionales de la ornitología, sino que fueron capaces de diseñar toda una campaña de conservación con camisetas personalizadas.
La última temática que se ha abordado en el campus de La Alfranca es la de valorar nuestro medio rural. Estos días, los jóvenes han podido acercarse a la agricultura, la ganadería y el sistema agroalimentario de nuestro entorno. Una metodología centrada en los usos tradicionales, el aprovechamiento sostenible del medio y en la cultura y tradición popular. Para ahondar sobre ello, los pequeños pudieron convertirse en artesanos y elaborar instrumentos musicales con cañas. También se pusieron las botas como hortelanos con un taller de huerto en maceta, todo ello con la colaboración de los huertos de la Fundación Rey Ardid. Se convirtieron por un día en locutores de radio en un programa de radio local, jugaron y conocieron los juegos tradicionales de nuestros abuelos y realizaron un taller de compostaje para conocer las técnicas de la reutilización de residuos. Por último, y como colofón, llevaron a cabo una excursión a la granja La Pardina para conocer las técnicas de la elaboración de queso.
Pero a parte del aprendizaje y la concienciación ambiental, estos pequeños han tenido tiempo para jugar y compartir con sus compañeros. Por ello, todas las semanas se ha llevado a cabo la GRAN GYMKANA ACUÁTICA de La Alfranca. Sin embargo, uno de los momentos más emotivos del campus tiene lugar con el mural colaborativo. Una propuesta a través de la que los pequeños comparten y expresan de una forma libre lo que ha supuesto para ellos su paso por el campus de La Alfranca.